10 de octubre de 2009

Canto a mi silencio~


 "Sometimes you lose someone, other times you lose yourself"
He creído desde hace algún tiempo que nuestra mente bloquea las cosas que nos podrían hacer daño. Recuerdos e incluso algunas acciones instintivas si la misma no las considera adecuadas. Pero ¿puede bloquear los sentimientos? Podemos llegar al punto en que bloqueamos aquellos por lo que se nos considera "humanos"
¿Podemos llegar a perder la humanidad? O quizás tan sólo se nos extravié, hasta que de alguna manera podemos desahogar el alma y que regrese a nosotros... Y volvamos a tener aquellas emociones y sentimientos, y valoremos de nuevo todo. Pero ¿cómo encontrarla? y si tan sólo ¿nosotros realizamos el bloqueo y nos creamos ese "problema" de "anti-humanidad" a nosotros mismos?
Quien sabe....
Pero, tal vez, como todo en este vida; aquellos de parecer "sin sentimientos" tan sólo sea pasajero, algo sin ningún sentido, como la mayoría de cosas en este mundo... Tal vez..



Canto a mi silencio

Quiero escuchar ahora mí silencio.
Quiero oír mi callar, oírme, tenso,
callando pulso a pulso, vena a vena,
párpado a párpado, en mi secreto ser,
tras de mi cabello, a espaldas de mi piel,
en la sagrada misteriosa sangre
que nutre el corazón, allí, donde, es más fuerte
la sed de mi silencio; donde calla,
agradecido e intimo, mi cuerpo silencioso.
Quiero oírme callar en el profundo
Incansable silencio de mi cerne,
tras la jugosa pulpa de mis labios,
tras la austera presencia de las uñas,
en la perfecta urdimbre de los músculos
que mis dedos conducen, en el mismo
incomparable y tierno ligamento
de mis nervios oftálmicos, en el secreto
recodo de mis corvas, en la pura
sutil y triste sed de mi pestaña,
en el mundo de seres silenciosos
que guardan mis testículos callados,
en la obscura cobija de mi pelo
y en la callada fuerza de mis años.
Oídme bien: yo callo y me presento
-dentro de mi a todos mis silencios;
Se cómo allí, en tu flor, un insecto dorado
Él fecundo con polen lejano, en amor de viento o de abeja,
en limpia gota de agua, ¡Oh árbol!, ser sediento,
afín de mi materia, que tiene sed
y de mi voz, que es también un árbol,
árbol de sanare dentro mi humilde arcille vertical
que se tiende para el placer, el sueño la amargura
y muere endurecida como tu viejo tronco,
árbol de mi cuerpo, que crece en un solo sentido
y mi amor, que es amor de compañía y no de viento o de abeja,
y mi semilla, que flota en húmedos humores
y es violenta y es frágil y lenta y paciente
y llena de diversas humedades molestas.
Te veo, aquí, batido por un viento de siglos,
aplastando tu copa contra el aire.
moviéndote hacia arriba y hacia abajo,
ser de dos mundos, y te contemplo con mis ojos humanos,
yo, ser de un mundo pobre,
pobre aerobio ser sin raíces, desplazándote horizontalmente,
incapaz de tu fuerza y de tu hondura alta y de su altura
honda y tu semilla mínima y tu amor sin humores.
Te veo, muerto en fosforescencia o en polilla
-fría luz de fantasma, harina de los siglos
y me veo, muerto en podredumbre y hedentina
-rebelión de mi carne, castigo de mi ansia-
Te veo, cadáver en harina, en perfume y en hongo
y me veo en gusanos, en cal y en ataúdes
de tu carne aromosa labrados, manchando tu perfume
con mi hediondez ya póstuma


Alejandro Carrión - Loja, 1940


Eres de las personas que más quiero en el mundo... y sin embargo, te odio -Dianni,


Aururu

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