28 de septiembre de 2015

Manifiesto de una mujer al borde de romper la hoja

Las veces que el esfero cae de mis manos, cuando mi estómago tiene ritmos peristálticos extraños por la falta de sustancias que desintegrar, mis ojos se decaen y las arrugas de mi frente se hacen más profundas.
Esos días, mi nariz se enfría y parezco un animal. 
Bueno fuera que fuera uno. 


Tal vez si lo soy.

 Parecería que esos son los días más pastosos, pero por el contrario son momentos de 

                             autoconsciencia exacerbada. 

Aún me parece ridículo como los estudiosos presentan una especie de descripcciones plagadas de “disminución de” cuando uno se está en este tipo de estados. 

En el abismo.

        Yo simplemente siento que todo recae abrumadora sobre mi hombro derecho, quinientos quintales de pesares.

                                Pesares, pesares. 






Hemos empezado de nuevo,


Aururu

20 de mayo de 2015

Síntitu Lo

¿En qué me he convertido?
En un monstruo reflejo de mis propias condenas, 
en el destino de los desechos del mundo, 
en los fluídos incoloros de las amnistías mal desarrolladas. 
Un monstruo de mil tentáculos
se han convertido en navajas,
destruyen y lacran. Me he lacrado a mí misma. 
Habito otra piel, 
ya no tengo piel. 
Cuando caigas a mi nivel
no hay más hondo
la profundidad es solo un mito para quienes temen
a la oscuridad, la he engullido yo. 


Leamos "Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina",

Aururu


27 de marzo de 2015

Conversaciones (I)

- ¿Tú alguna vez lo has sentido? 
- ¿El qué?
- Esa sensación de estar en la presencia de un ser... no, no. Esa mirada, sí. Has sentido esa mirada de devoción eterna en donde te ves el universo,en donde se pierde todo por instantes ¿lo has experiementado una y otra vez? Eso, eso que a la ausencia sabes que parece que no son solo ilusiones, sueños, la realidad alterna que se proyecta al infinito y que jamás se volverá realidad palpable. Y duele y te da vida y te da muerte y te cura todo al mismo tiempo. Y que un día cual oximoron, nunca me gustó esa palarba en realidad, pero como si se interpusiera todo al mismo tiempo y se convierta en el vórtice que lo traga todo al verte con esa persona. 
- No, nunca.
- Chuta... bueno. 
- Pero capaz es como comer pizza, ¿no?
- ¿Sientes devoción por la pizza? 
- Obvio.
- Me das lástima.


Las horas no pueden pasar volando por falta de gasolina, 

Aururu

15 de febrero de 2015

Climax exacerbado

The Girl I love - Francesco Tortorella
Situación de inminente estrés es. Es. La mujer se desespera e intenta escapar. No puede, solo se sostiene de los filos de la cama entrando en estados diferenciados de conciencia. Mejor levanta los dos brazos, cae, se hunde, se descontrola y grita. De esos gritos que no dan miedo, pero que podrían perturbar a quien los escuchara. Y la mujer estando a punto de la muerte se envuelve en sí misma en una crisálida. Se expande con la habitación, con el mundo y el universo. Flota entre escombros variopintos y retazos de inconclusos proyectos. Sube, se inunda de sangre. Súbitamente bajan múltiples descargas y ella destruye la crisálida y explota. El estado de trance la mantiene en el limbo del más acá y el más allá. Atribuciones momentáneas a terceros, para luego asimilar que sólo existe ella para sí misma. Se retuerce en sábanas de delgado tejido y acaba tumbándose, agradeciendo no haber huido de esta cercanía mortuoria que terminó en contraposiciones, de ahogamientos en muchos tipos de profundidades. Y quiere volver a ser un feto, descansar y volver a nacer. Cuando vuelve para sí misma, sus labios son asaltados por más demanda. Se detiene y susurra Agua, entre la completa consciencia automática. Jadeante repite la petición de su boca reseca, de su suplicante garganta. Su deseo es concedido. Bebe, respira, bebe, se reestablece. Mira a su alrededor y sonríe. Está lista de nuevo para la batalla.


Mejor escuchemos "La tempestad", 

Aururu