15 de junio de 2011

Reflejada~

Diva. Diosa. Reina. El ruido. La multitud. Las ovaciones. Un nombre. Penélope.
Mis ojos se abrieron destellantes hacia el retrato frente mí. Luces, brillantina, colores. Extensas hebras totalmente negras por mis pestañas, lúcidas líneas contorneando y delineando acentuadamente ya mis vistosas cejas.  Mis párpados centellaban colores, vida; mi boca chispeaba pasión, armonía, deleite. Y rostro que no simulaba más que un real y auténtico gozo.

Permitiéndome sonreírme, admirarme, encantarme, deleitarme. Mi atuendo no daba más que desear. Llameante, fuego, escarlata, esplendor. Con cortes que permitían mostrar provocativamente el envés de mi pecho, pero deteniendo su corte lo suficientemente alto para no sugerir algo que no desearía ser sugerido, en su encarrujada parte delantera que casi llegaba a mi ahora vistoso y largo cuello proclamaba una elegancia totalmente encubierta, terminando  por el incitado corte entre medio de la pierna llegando a la altura justa para luego exhibir los lustrosos tacos que acompañaban el atuendo, que acompañan a la esencia en sí.

Y dirigí de nuevo mi mirada hacia arriba, para divisar las esmaltadas flores carmesí que se colocadas en patrón en mis voluminosos, brillantes cabellos. Y sentía que brillaba más que las luces, que centellaba más que Venus, que podía ser la noche, que podía ser el albor de la multitud, que podía ser completamente el escenario, que podía ser.
Y todas las personas casi irreconocibles pero parte de mi existencia misma gritaban, aclamaban, deliraban a gritos el nombre.

Penélope, Penélope, Penélope.

Gloria, luminosidad, belleza.

Penélope, Penélope, Penélope.

Magnificencia, hermosura, esplendor.

Abel.

Una sensación de vómito me invadió inmediatamente. A pesar de tan avanzada hora, de el adecuado respeto a mis padres y pequeño hermana que ya dormitaban no pude reprimir mi estrepitoso paso y me dirigí a tientas por el siempre memorizado camino hacia el lavamanos más cercano a mi habitación.

Jadeando mi cuerpo se retorcía mientras expulsaba lo que tan molesto lo tenía. Las náuseas no paraban cada vez que pensaba en aquello que pensé, que imaginara aquello que imaginé, que soñara aquello que soñé. Porque simplemente despertaba y toda era ilusión.
Mamá me contó de pequeño aquella famosa historia de Cain y Abel, los dos hermanos de comienzos de la biblia cristiana. El bueno y el malo, aquel obediente y aquel que no, el sumiso y el definido rebelde. Y como está predestinado desde estos principios del tiempo el bueno muere a manos del malo, pero claro está que luego para no hacerlo tan trágico el bueno siempre gana. Desde la perspectiva de caído la muerte es ganancia, la vida es pérdida. Pero desde el punto de subsistencia del ser la muerte es la pérdida y la misma vida la supuesta ganancia. Irónico.

Siempre me imaginé a Abel algo afeminado. Tez pálida, delgado, sensible, e inocente. Tan como una pequeña niña. Quizás él quiso ser una…. Y yo le entendía.
Habiéndome ya quitado la sensación de súbitos espasmos, el espantoso sabor en la boca y tomado pequeños tragos del enjuague bucal más cercano a mi mano; me permití mirarme en el espejo.

Ahí estaba tan y como me lo había imaginado a este Abel, completamente personificado frente al espejo con el mismo exacto nombramiento y personificado en mí.
Dolía… Dolía que cualquier ser supremo que exista no haya escuchado tampoco hoy mi oración. Mi pequeña e insignificante petición. Sólo pedía desfallecer eternamente que hacerlo cada día por el resto de mi destinada existencia.

Porque simplemente al verme reflejada vivía.

Al verme reflejado moría. 





Los relatos publicados son originales. Por favor no copies =) ,
Aururu

Devorada~

Se decía que Fernanda era deliciosa. Completamente sensual. Casi comestible. Su fragancia deleitaba los sentidos, consentía a tu apetito. Si  perfección fuera una verdad, ella lo sería. Su cuerpo mestizo antojaba la mezcla de los dos más exquisitos y contrarios postres que cualquier paladar hubiera gustado y cualquier vista pudiera tan sólo disfrutar. Sus largas y bien formadas piernas delineaban su silueta y te conducirán siempre a contemplar su comestible, curvilíneo vientre. Su vientre que  invitaba a rodearla, a envolverla,  a ceñirla, a perfilarla. Invitaba a solo rozar ese vivo postre, que su piel podría proporcionar y verte envuelvo en el loco deseo de sus manos, cual ciego reconociendo, tocando tu cuerpo. Y por supuesto dejarte llevar por la embriaguez de sus pálidos, suaves, y delgados labios, y por la droga que una de sus miradas podrían proporcionarte.

Exquisita. No habría más palabra para Fernanda. Ícono mundial, modelo internacional, impecable artista. Enviada por muchas. Deseada por muchos. Sin embargo sin lugar a dudas de quién todos hablaban. De aquella misteriosa mujer, quien podría especularse que era descendiente de ninfas, al igual que la hija de las más sexuales mujeres de cualquier cabaré. De quien se teorizaba que realmente no pudo tener padres biológicos, de quien se decía que era una experiencia para la perfección humana, un simple error de nuestros sentidos incluso magia entre nuestras mentes.

Y los celos no tardaron en aparecer, pues todos éramos menores a ella. Todos éramos completa, horrible, horrorosa, y escandalosamente imperfectos a lado de ella. Rumores, chismes, daños, conversaciones, palabras, gestos, suspiros.
Y entre celos, disputas por ella, por éste el más exquisito manjar que cualquier hombre, pueblo, ciudad, nación, país podría realmente poseer, proclamar, saborear.  Inadvertidas discusiones, exaltadas peleas, invisibles guerras.

Más que admirada mujer, era un comestible deseo.

Pero Fernanda no quería ser devorada, no quería seguir siendo comida, no quiso ser ficción en lugar de una realidad. No quería ser un algo en lugar de alguien. Infaltablemente por casualidad  entendió la clave.

Simples humanos codiciosos, avaros, miedosos, temerarios, devoradores, depredadores. No aceptarían el denigrarse a simples carroñeros.

Esta mañana se descubrió el cuerpo de Fernanda, la llamada ninfa de las cortesanas, reconocida actriz y modelo internacionalmente; muerto y totalmente desangrado con cortes en las muñecas, cuello y abdomen. Esto ha generado conmoción mundial en donde millares de sus seguidores, admiradores y adoradores, quienes han dado un tinte negro a cada ciudad del mundo por el duelo que están presentando. Más lo que más ha causado más admiración, después de que las investigaciones policiales confirmaran que efectivamente fue suicidio, fue considerablemente la nota que colgaba de su cuello al momento de encontrarla, la cual decía: ‘Cómanme,  si pueden’




Los relatos publicados son originales. Por favor no copies =) ,
Aururu



Encantada~

-¿Cuándo por fin podré recibir tu beso?

-Cuando no dudes más – me respondía seductora.

-No dudo – inmediatamente repliqué. No estaba segura pero no lo dejaría pasar otra vez, la oportunidad, la atracción, la terrible persuasión.
Y suavemente tomó mi mentón. Sus extremidades eran frías, peros sus delicados roces y caricias han sido siempre cálidas. Mi expresión no cambió, traté de permanecer impasible, sin que ningún rastro de mi cara demostrara lo inquieta que podía sentirme.

Así me concentré en mirar detenidamente su rostro. Jamás la imaginé así. Todos hablan de ella como alguien cruel, despiadada, inescrutable. Pero yo la había conocido más a fondo, no por el hecho de quererla por un simple instinto de odio hacia la vida, o reencuentro con mis problemas. No por cobardía, ni siquiera por simple deseo.

Sólo por curiosidad.

Y me encantó. Su débil y cansado rostro, sus tan pronunciadas facciones que podrías detenerte a contemplarlas cada vez que quisieras, perderte en ellas cada vez que desearas y hacerte millares de cuestiones sobre el por qué de las mismas. Porque todo y nada. Lleno y vacío.  Pero siempre más alta que todos los demás que puedan ignorarla, siempre más alta que los otros, siempre mirando desde una perspectiva que nosotros no nos atrevemos a soportar.  
Mirando… Mirar… Sus ojos. Maravillosos abismos negros, perlas del creciente universo, preciosa oscuridad, magnífica perennidad. E inconsciente de su propia osadía mi mano subió hacia lo que contemplaba; mimando lo prohibido, su rostro.

-Lo sé, pero me asusta…. Tú…

-Conozco lo que debo conocer.  Deseo lo que yo he decidido.

-No, no sabes lo que estás decidiendo – su gélido aliento al hablar acarició mi cara, mientras ella aún sostenía con una de sus manos mi acalorada nuca. Aunque para muchos era su crepúsculo, para mí siempre era mi amanecer.

-Deja de contradecirme. ¿Quién mierda sabe si esto es casualidad o destino? Pero lo que sé, es que me has encantado mi amada Artimi.

Sonrió tímidamente, susurrándome lo que ya sabía en el oído. Sabía lo que pasaría, pero también sabía que así podría verdaderamente pertenecerle a ella. Por siempre, para siempre, la eternidad.

-Yo también seré tuya cuando me pertenezcas, mi ahora adora guardiana, Azazel.- fue lo que su voz dijo en el más íntimo tono muy cerca ya de mí.

Y sus labios finalmente presionaron los míos. Podía sentir lo que emanaba finalmente de ella, lo que se contenía, lo que reprimida en sí misma deseaba, la pasión que podía transmitir a través de sus labios.  La tibieza de su saliva, podría conectarse a la mía como si las dos estuviéramos sedienta de la otra.
Y así me permití verdaderamente abrazarla, tocarla, acariciarla…
Perdí mi nombre, perdí mis sentidos, perdí mis sensaciones; porque ahora era de ella. Sólo y únicamente de ella. Porque me encantó. Es la única explicación realmente posible, me encanto al momento que la convoqué por mera curiosidad, y al encantarme caí rendida a sus pies.

¿Para qué quería las sensaciones, si ella era lo que me hacía sentir? ¿Para qué seguir con el incoherente paso de las terrenales horas, si ella era mi tiempo?  ¿Para qué respirar, si ella se convertía en mi aire? ¿Para qué ser del mundo,  si puedo ser de su mundo?

Porque así es, me enamoré de la que todos temen y me entregaré en bandeja como alma pura para que tomara lo que deseara de mí. Porque simplemente me enamoré de ella, porque simplemente la amaba….

Me enfrasqué en un abismo con caída sin fin, sabiendo y estando completamente segura que ella me amaba, y que me recibiría al final de la insensible caída con los brazos extendidos en su inmortal reino.

De esta manera finamente me di a ella.

A ella que tiene muchos nombres: Artimi, Vanth. Aita, Dama Blanca de Brigida, Kalima, Janas, Tuoni, Muerte.

Así me sumergí al sueño sin retorno del cual muchos quieren escapar.

Así morí.



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Aururu