8 de junio de 2012

Victoria II


-Oye ve, ¿esa no es la que tiene loquito?

Y se ríen de mí, los cabeza dura de vagos que tengo como amigos. Que disque los llamo panas, el pan es hasta rico. Éstos sólo me sirven para darme dolores de cabeza.

-¡Salúdale pues! – me susurra tratando de disimular uno.
-O por lo menos crúzate, para que disque la saludes. – trabalengüea el otro.

Los dos joden como ladilla. Y cómo no cuando los has tenido como plaga desde que podrías proclamar que entraste a conocer la vida. Bah, estos al final de cuentas, con migrañas y todo amigos parecen ser. Ya, ya. Amigos son.

Y dicho y hecho, hecho el loco en el camino de la Victorita me intenté cruzar. Hoy se le había ocurrido ir con vestido. Se la veía toda cremosa con ese color, y su cabello como siempre recogido estaba. Oh, pero miren que casualidad que sus zapatos hacen el perfecto combinado para llamarle: muñeca. Pero no, a la Victorita se la debe llamar muñequita, así como que toda delicadita se la ve. Tan linda, bellísima. Parece que viene de apuro, ojalá me vea con el rabillo del ojo. Y ojalá yo le detecte esa mirada de “Oh, nos conocemos. Tomamos la misma clase. Saludémonos.” Ay, ojalá, ojalá.

Y ahí estaba pues la mirada cuando estábamos cerca de cruzarnos. Como fortuito encuentro una burbuja de espacio se formó sólo entre los dos, esa clásica burbuja que los demás te la dan cuando vas a saludar con alguien; como quien pudiera percibir que se necesita otro espacio paralelo para saludar alguien en mis circunstancias.

-¡Hola!
-¡Hola! – “concéntrate en responder, concéntrate en responder” repetía la razón de mi -cabeza.
-Hola –repitieron los dos a mis costados. Aish, esfúmense idiotas.
-Hola – saluda ella a ellos, tan educada la Victorita. Ella siempre tan educada.
-Frank,             Willermo – salen de mis labios los nombres de estos cabeza dura como si pronunciar y señalar me fuese un movimiento corporal explícito. Y la Victoria les sonríe.
-¿Qué tal cómo estás? – dirigiéndose a mí empieza la típica rutina. Es de odiar esta estúpida rutina de preguntas. Pero, Ay, si su boquita se ve tan bien haciéndola. De gana molestarse.
-Yo bien, bien todo bien. ¿y tú? ¿qué tal tus clases?
-Bien gracias. Ahorita me estaba yendo a una que tengo un profe medio loco con el tiempo y siempre hay que llegar antes que él esté. – Mierda. Aquí acabó la conversa que hubiera querido que unos segundos más dure, ni modo.
-Así hay profes pues. Entonces nos vemos otro día o en clase. – corté como caballero, la conversación que la dama sutilmente dio indicio de ser terminada. 
-¡Sí, nos vemos otro día! – mira el reloj – ¡Chao Emilio! – dice mientras sale corriendo -seguramente a su clase.

Pero algo más que el sólo verla correr se me grabó. Mi nombre pronunció, ahí en medio de una charla cortada súbitamente. ¡Dicha divina de los dioses y los antidioses! ¡Recuerda… Conoce mi nombre! Puedo declarar que no soy una fantasma en su memoria, puedo declarar que he de ignorar más mis pensamientos de un letargo de imágenes, puedo declarar que soy alguien para ella. Y ahora como Victoria en las matemáticas, me quedo espabilado.

-Oye loco, bonita está.
-Sí, para qué. Pero no te ilusionarás mucho no más.

Sí, puedo escucharlos par de sensatos. Pero es que no la ven, no la ven ahí corriendo a la muñequita que tiene vida. No ven que la muñequita sabe mi nombre y lo ha pronunciado con su voz. La bailarina. Parece que bailara mientras corre. Y en cuatro tiempos simula que va marcando el ritmo, componiendo la canción que en mi mente suena. La canción que repite mi nombre con su voz, como una droga. Ay, Victoria. Ay, Victorita.


Victoria, la bailarina. Victoria, la sonreída. Victoria, la muñeca. Victoria, la Victorita.

La felicidad la golpeó como un tren - Florence+TheMachine,

Aururu

2 comentarios:

  1. Q genial la historia... no puedo esperar a una tercera parte =)

    Att: DargorTheShadoWLOrd

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  2. Wow! Emilio was lucky this time! xD How nice it is when that special one pronounces one's name (better yet, recalls it) Cool story, I liked it!!! :)

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Atrévete a delirar junto a mí~