4 de octubre de 2012

Sin salida


Lucía, cual pequeña niña, fue advertida de no topar nada en el salón que entraría a continuación o advertida para que no rompa nada. Si lo hacía inmediatamente se le atarían las  manos con lo más cercano y útil que encontraran. Odiaba que la aten, le daba escalofríos, vómito, desesperación. Así que decidió no romper nada dentro de la pequeña habitación. 

Mas al momento de entrar un transparente y grandioso florero le pedía que lo tome, que lo rompa, que lo libere.

- Lucía, Buenas Tardes. 

Una voz proveniente de algún rincón de la habitación interrumpió sus ya instantáneos planes. Diligente y pausada la voz se hizo presente en la esquina, mientras se materializaba en un cuerpo humano que se dirigía hacia ella. Ahí íba de nuevo, la misma vuelta. Un terapeuta tras otro. Un psicólogo tras otro. Un psiquiatra, un doctor, un exorcista. Uno tras otro. No lo entedía porque ella debía comprender a los demás y ellos no le podían comprender a ella. 

"No mijita, no te acerques que sea niña está lacrada" 

Quizá esa frase pronunciada hace tantos y tantos años atrás fue el descandenante de una crisis grave que provocó que todos volcaran sus ojos hacia ella. No tenía nada raro: dos ojos, una nariz, cabello, buen cuerpo, buena pinta, dos piernas, dos brazos, respiraba... Era como los otros, como los otros cuerpos humanos que la rodeaban y la tildaban, y la señalaban, y que la llevaban  a "curarse". 

"¿A curarase de qué?" Se preguntaba ella misma siempre. Ellos no entendían, ellos no se daban cuenta, ellos no comprendían el bien máximo que ella había alcanzado a descifrar. Era por eso que cada cosa que pudiera rasgarla ella la tomaba y se rasgaba, con cada cosa que le gritaba salir de su cascarón ella simplemente acallaba sus gritos y lo rompía, cada vez que podía empezar a querer salir de su pellejo de piel lo intentaba. ¡Lo intentaba con todas las fuerzas que podía! 

- ¿Por qué lo haces? - le preguntó el terapeuta/exorcista/desconocido. 

-¿Hacer qué? - respondía siempre ella. 

- Lastimarte a ti misma. 

-No me lastimo.

-¿Entonces? 

-Sólo quiero salir. Salir de la prisión de mi cuerpo. ¿Es que nadie lo comprende? Estamos encerrados, encerrados, ¡encerrados! ¡Mi mente quiere ser libre! ¡LIBRE! 

Comenzó a gritar, a pararse a desgarrrar su ropa, la piel que el camino sus uñas encontraba. Comenzó a desesperarse al saber que no podía ella misma coger una tijera y partirse desde el orificio más próximo en dos. Se desesperó porque de nuevo la tomaron para amarrarla, de nuevo harían que se quede quieta, de nuevo la condenarían a una camisa de fuerza. De nuevo la condenarían a seguir encerrada. De nuevo la dejaban sin salida. 



Éste lo habiá estado pensando hace rato, pero hoy como niña perdida volvió a mis brazos,

Aururu

1 comentario:

  1. quierooo que me mandes un enlace x lo menos cada semana me enkantaaaaaa!! =)=)

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Atrévete a delirar junto a mí~