The Girl I love - Francesco Tortorella |
Situación de
inminente estrés es. Es. La mujer se desespera e intenta escapar. No puede,
solo se sostiene de los filos de la cama entrando en estados diferenciados de
conciencia. Mejor levanta los dos brazos, cae, se hunde, se descontrola y
grita. De esos gritos que no dan miedo, pero que podrían perturbar a quien los
escuchara. Y la mujer estando a punto de la muerte se envuelve en sí misma en
una crisálida. Se expande con la habitación, con el mundo y el universo. Flota
entre escombros variopintos y retazos de inconclusos proyectos. Sube, se inunda
de sangre. Súbitamente bajan múltiples descargas y ella destruye la crisálida y
explota. El estado de trance la mantiene en el limbo del más acá y el más allá.
Atribuciones momentáneas a terceros, para luego asimilar que sólo existe ella
para sí misma. Se retuerce en sábanas de delgado tejido y acaba tumbándose,
agradeciendo no haber huido de esta cercanía mortuoria que terminó en
contraposiciones, de ahogamientos en muchos tipos de profundidades. Y quiere
volver a ser un feto, descansar y volver a nacer. Cuando vuelve para sí misma,
sus labios son asaltados por más demanda. Se detiene y susurra Agua, entre la completa consciencia
automática. Jadeante repite la petición de su boca reseca, de su suplicante
garganta. Su deseo es concedido. Bebe, respira, bebe, se reestablece. Mira a su
alrededor y sonríe. Está lista de nuevo para la batalla.
Mejor escuchemos "La tempestad",
Aururu