¿Sabes qué es lo bueno de ser mandarina? Que te la pelan, te la chupan y te dejan en pepas.- ¿Y si te la chupan mal y te sacan a mordidas algún pelo?- Dah, por eso mismo uno antes se los rasura bonito.
Entró a la ducha, se había levantado 45 minutos tarde y parecía que todo se volvió un total caos. Corría de un lado a otro buscando una toalla limpia porque ayer también se había olvidado de lavar las que estaban mojadas, lo único que encontró era una poco proporcional a su cuerpo. Miró de nuevo al reloj ,no se dió el lujo de: (1) no bañarse (2) no bañarse porque la toalla era muy pequeña (2) no bañarse porque la toalla era muy pequeña y estaba atrasada. Pero sí se dió el lujo de mirarse al espejo, notar las hojeras que le sobrevino los acontecimientos de la noche anterior. Se quitó rápidamente la camiseta con estampado de búho que le había regalado su prima diciendo que erahermosa y el pantalón gris manchado de cloro; su gusto por el pantalón era puramente sentimiental pero el uso de esa camiseta se devenía al deseo de no malgastar un regalo que de hermoso no tenía nada. Miró su cuerpo desnudo en el espejo, sus pezones se entumecieron rápidamente; bajó su vista como mirando al piso pero no era al piso a lo que miraba y exhaló fueremente.Se metió a la ducha y giro la perilla que abría intempestivamente el chorro de agua. Una punzada, al principio fría, le recorrió todo el cuerpo al irse acostumbrando a la temperatura y hasta que el agua se calentaba. Con el jabón empezó a lavarse primero la cara, a continuación sus brazos, su pecho, su abdomen, su pelvis. Y al llegar ahí una estampida salvaje de emociones la acompañó e hizo que dudara que si lo que estaba obstruyendo sus ojos solo era el agua de la ducha.
Era una buena noche, parecería que tendría sexo. El ligue fue extraño, ella se encontraba ajetreada por todo lo que, a pesar de que la semana se habría terminado, tendría que hacer. Él parecía que estaba en un estado equivalente. La conexión de ojos de un período variable, de persona a persona, sobrelleva a interpretaciones varias; es así como el experimento comienza con un “Hola” y suele terminar con un “métemela ya”. En esta ocasión él ofreció un lugar apropiado, generalmente son los otros quienes ofrecen. Y al llegar al lugar apropiado se camina en círculos, se observar los azulejos y se habla del clima hasta el primer beso. Pero aunque parecería que fuese una buena noche, una cosa había olvidado. Ahí abajo esta ocasión no había exclusivamente tersa piel, por el contrario era un pequeño cactus de largas espinas color negro que, aunque no dolían, daba otra textura; se preocupó por breves instantes pero optó por dejarse llevarse. Se vino en picada lo de dejarse llevar cuando él tonó esa textura. Dió un pequeño salto, abrió los ojos, y la mirada de los dos se chocaron. Ella suplicante, él asqueado. El sexo continuó hasta el preservativo lleno pero no hizo que la noche fuera buena. Por el contrario, por el contrario. Él mantuvo la misma cara de asco todo el tiempo, ella la misma cara suplicante. Al despedirse los dos simulaban pero la incomodidad estaba omnipresente como las cámaras en los buses en Quito. Ella dIó una media sonrisa, él también. Ella no pudo evitar decir “lo siento” y él insitintivamente respondió “ya nada”.
La rasuradora no estaba lejos pero de nuevo recordó que se le hacía tarde. Viendo su piel brillante y aún teniendo la imagen de la noche anterior se le cruzó por la cabeza que mejor hubiera sido regresar a casa a masturbarse. Hubiera sido, por lo menos, menos doloroso emocionalmente. De inmediato pensó en la pornografía. Se le vino la imagen de las perfectas y aceitadads pieles, de las concepciones de tipológicas de muñecas Barbie y de inminente satisfacción que siempre, siempre se muestra. Cerró la llave de la ducha para sacudirse, después de todo la toalla no era del tamaño adecuado. Al salir vió de nuevo su reflejo en el espejo, cómo las gotas le chorreban el cuerpo, cómo el cabello húmedo le tapaba los senos. Se veía hermosa. Suspiró. A pesar de que se sentía hermosa, un escupitajo mental le llegaba a sus pensamientos y le impedía seguir disfrutando de ese momento. Su celular sonó. Se secó las manos, se puso de nuevo la camiseta de búho y el pantalón. Lo contestó.
- Aló.
- Ya decía yo que seguías en la casa. – se escuchó refunfuñar al otro lado.
- ¿Cómo chucha sabes que sigo acá? – respondió rápidamente ella entre enojada y meláncolica.
- Porque no dijiste “Ya llego, ya llego”. – Ella torció los ojos mientras al otro lado se escuchó una risa burlona. La otra voz habló de nuevo. – Apúrate ve.
- Ya, ya.
Un silencio en la llamada se hizo, de esos silencios en los cuales no sabes qué decir pero no suelen ser el momento oportuno para colgar.
- ¿Cómo estás? – intervino la otra voz del celular.
- Sintiéndome víctima. – respondió suspirando ella.
- ¿Víctima?
- Sí, víctima del porno.
Les comparto cosas del otro yo que soy yo,
Aururu
P.D. Arte por Andrés Burbano.
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