- ¿Algo no te gustó, verdad?
- ¡Oh!, no en realidad disfruté mucho el día de hoy…
- Si te molesta algo, puedo cambiarlo de inmediato…
- No… Solo me molesta el sistema.
- ¿El sistema?
- Sí, este revoltijo de basura en venta, el maldito dinero,
este auto rojo. Todo esto. El hecho de que tengo que comer para vivir, saber
que destruyo el planeta con cada respiro que doy y aun así querer seguir
viviendo. El hecho de que quieras cambiar inmediatamente una cosa que no me
gusta. La ilusión de perfección que queremos crear y no conseguiremos… Jamás.
Nunca.
- Vaya…
- ¿El qué?
- Odias.
- Odio a la humanidad, me odio a mí misma.
- Yo no te odio.
- Gracias.
Permanecieron en silencio mientras él la lleva de vuelta de
donde la había recogido, y ella trataba de guardar de nuevo en el secreto cofre
de la ira su odio para no redireccionarlo hacia la forma de vida más próxima.
Venga pues. Bailemos hasta morir,
Aururu.