-¿Cuándo por fin podré recibir tu beso?
-Cuando no dudes más – me respondía seductora.
-No dudo – inmediatamente repliqué. No estaba segura pero no lo dejaría pasar otra vez, la oportunidad, la atracción, la terrible persuasión.
Y suavemente tomó mi mentón. Sus extremidades eran frías, peros sus delicados roces y caricias han sido siempre cálidas. Mi expresión no cambió, traté de permanecer impasible, sin que ningún rastro de mi cara demostrara lo inquieta que podía sentirme.
Así me concentré en mirar detenidamente su rostro. Jamás la imaginé así. Todos hablan de ella como alguien cruel, despiadada, inescrutable. Pero yo la había conocido más a fondo, no por el hecho de quererla por un simple instinto de odio hacia la vida, o reencuentro con mis problemas. No por cobardía, ni siquiera por simple deseo.
Sólo por curiosidad.
Y me encantó. Su débil y cansado rostro, sus tan pronunciadas facciones que podrías detenerte a contemplarlas cada vez que quisieras, perderte en ellas cada vez que desearas y hacerte millares de cuestiones sobre el por qué de las mismas. Porque todo y nada. Lleno y vacío. Pero siempre más alta que todos los demás que puedan ignorarla, siempre más alta que los otros, siempre mirando desde una perspectiva que nosotros no nos atrevemos a soportar.
Mirando… Mirar… Sus ojos. Maravillosos abismos negros, perlas del creciente universo, preciosa oscuridad, magnífica perennidad. E inconsciente de su propia osadía mi mano subió hacia lo que contemplaba; mimando lo prohibido, su rostro.
-Lo sé, pero me asusta…. Tú…
-Conozco lo que debo conocer. Deseo lo que yo he decidido.
-No, no sabes lo que estás decidiendo – su gélido aliento al hablar acarició mi cara, mientras ella aún sostenía con una de sus manos mi acalorada nuca. Aunque para muchos era su crepúsculo, para mí siempre era mi amanecer.
-Deja de contradecirme. ¿Quién mierda sabe si esto es casualidad o destino? Pero lo que sé, es que me has encantado mi amada Artimi.
Sonrió tímidamente, susurrándome lo que ya sabía en el oído. Sabía lo que pasaría, pero también sabía que así podría verdaderamente pertenecerle a ella. Por siempre, para siempre, la eternidad.
-Yo también seré tuya cuando me pertenezcas, mi ahora adora guardiana, Azazel.- fue lo que su voz dijo en el más íntimo tono muy cerca ya de mí.
Y sus labios finalmente presionaron los míos. Podía sentir lo que emanaba finalmente de ella, lo que se contenía, lo que reprimida en sí misma deseaba, la pasión que podía transmitir a través de sus labios. La tibieza de su saliva, podría conectarse a la mía como si las dos estuviéramos sedienta de la otra.
Y así me permití verdaderamente abrazarla, tocarla, acariciarla…
Perdí mi nombre, perdí mis sentidos, perdí mis sensaciones; porque ahora era de ella. Sólo y únicamente de ella. Porque me encantó. Es la única explicación realmente posible, me encanto al momento que la convoqué por mera curiosidad, y al encantarme caí rendida a sus pies.
¿Para qué quería las sensaciones, si ella era lo que me hacía sentir? ¿Para qué seguir con el incoherente paso de las terrenales horas, si ella era mi tiempo? ¿Para qué respirar, si ella se convertía en mi aire? ¿Para qué ser del mundo, si puedo ser de su mundo?
Porque así es, me enamoré de la que todos temen y me entregaré en bandeja como alma pura para que tomara lo que deseara de mí. Porque simplemente me enamoré de ella, porque simplemente la amaba….
Me enfrasqué en un abismo con caída sin fin, sabiendo y estando completamente segura que ella me amaba, y que me recibiría al final de la insensible caída con los brazos extendidos en su inmortal reino.
De esta manera finamente me di a ella.
A ella que tiene muchos nombres: Artimi, Vanth. Aita, Dama Blanca de Brigida, Kalima, Janas, Tuoni, Muerte.
Así me sumergí al sueño sin retorno del cual muchos quieren escapar.
Así morí.
Los relatos publicados son originales. Por favor no copies =) ,
Aururu
o.o WOW.... wow... woooooowww!!! En serio... wow. No debo hablar de catarsis pero... esto sí que me provocó una emoción muy fuerte .-.
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