7 de enero de 2012

Imposible~



Mi querida Liloa me lo ha pedido.
Espero le guste.


“Es seguro que ese asunto de “Romeo y Julieta” había ya caducado. Si vives un espacio dónde puedes conseguir sexo gratis en la mayoría de bares de la ciudad, o si no querías tanta acción podías auto complacerte a ti mismo en un pequeño cubículo de una `sex-shop´;  el sobre utilizado tema “Romeo y Julieta” habían muerto conceptualmente en el intento de acoplarse.”


No era un bar. No era un restaurante lujoso. Ni siquiera era la tienda en donde venden cervezas baratas a menores de edad. Era una vereda, en medio de lo que para mí era “la nada”. Y en la vereda mi mano con una caja del vino matagente cegador. 

¿Qué estaba realmente haciendo en ese lugar? No lo sabía con exactitud.

Incluso el líquido caducado de mi mano no estaba abierto. Tan sólo estaba ahí agarrado en mi mano, igual que yo. Tan sólo estaba ahí sentada en la vereda con miscelánea de figuras e imágenes en mi mente.

Quizá no fue prudente lo que hice.

No, no. Pensándolo bien prudencia fue justo lo que tuve. Actué con sensatez, con buen juicio. Dejando que, de una vez por todas, mis instintos me comieran al punto de no estar presente en mis actos. Los instintos que mi impulsaron a insinuármele, acorralarle, y romperle la cara. Romperle esa cara de tentación que tenía a puro beso. Arrancarle su codiciada piel a mordidas. Extraerle el corrompido deseo que debió tener por alguna otra persona, y convertirlo en ese momento en éxtasis dirigida hacia el mi cuerpo.

No recuerdo por cuánto tiempo le seguí con la mirada. Desde que le conocí quizá. Pero era demasiado pedir que se fijase en mí. Esa persona que era alguien de mundo, de aventuras, de simple placer, de insinuaciones de 30 segundos.
Mas, dolía demasiado el pensar en que nunca nada jamás sucedería. Al principio fue fácil ignorarlo, pero con el tiempo fue difícil resistirlo.

Asumí tiempo después de que era un deseo. Un deseo solamente.

Y por eso es que lo acorralé, por eso es que aparecí de las sombras de aquel desolado pabellón y descendí abismalmente con mis impulsos hacia sus pantalones. No tenía tiempo de dejarme llevar por la “buena razón”. Pronto esta obsesión con esa persona desaparecería.

Después de todo esa era lo que hoy es. Una obsesión. Una búsqueda. Un pequeño desliz. Placer.

Mas en el proceso, mis labios habían sido tocado por los suyos. Sus brazos habían rodeado mi cuerpo. Su mano había lujuriosamente enredándose en mi cabello.

Fue en esa precisa sensación descubrí algo.
Sexo es lo que todos deberíamos buscar ahora. Pero en medio de eso hay una sensación imposible de evitar en algunos casos.

Aquella persona instantáneamente se fue después de eso. Yo me quedé unos instantes, arreglando mi apariencia, me fui y robé una caja de vino por incautar.

Una imposibilidad  en medio del embrollo del puro placer me pasó. Y este vino que va a ser destapado lo sabe. Si me quedo ciega, será una ventaja. No podré verle de nuevo. Por ende no sufriré, ni vergüenza; ni peor aún, dolor…

Porque descubrí que simplemente era imposible, para mí, no enamorarse en el intento.

Era imposible para mí, dejar de creer en lo que siempre soñé.

Mas quedé así. Como una Julieta sexualmente satisfecha por su Romeo, sentada sola en una vereda con un pequeño cartón de vino como su fiel acompañante.

Una Julieta sola e irremediablemente enamorada de un Romeo del mundo.

Maldije a mis adentros Shakespeare, y sus estúpidas ideas; antes de tomar el primer sorbo a pico. Sería una larga y deliciosamente tortuosa tarde. 

 Ve del infierno al paraíso♫♪,

Aururu